Hoy jueves es uno de mis dias favoritos de la semana. Me despierto a la hora habitual y voy al trabajo, la diferencia es que cuanto finalizo mi jornada no paso por casa sino que me dirijo en autobús a la zona donde hago el curso de corte y confección que dura cuatro horas. Acabo muy cansada pero lo encuentro más divertido que ir al gimnasio.
Esta mañana me puse un vestido en tela vaquera, mezcla de color tejano y mostaza, combinado con una rebeca también de color mostaza. He elegido este vestido porque lo hice hace años durante otro curso de costura y como aún me viene y las pinzas me favorecen muchísimo (en alguna ocasión ya dije que no tenia abuela), queria que lo viera mi profe para poder repetir el patrón.
Al entrar en clase una compañera llamada Montse me ha enseñado su vestido, hecho por ella, y la carcajada ha sido enorme al comprobar que las dos llevábamos el mismo modelo de vestido. Inmediatamente he pedido a otra compañera, Ana, que nos hiciera una foto porque eso tenía que quedar para la posteridad.
Nos hemos fijado en los detalles, las pinzas eran idénticas pero los tejidos eran diferentes, ella le ha puesto mangas y cinturón y yo no.
Estoy segura de que si eso pasa con un vestido comprado de confección el disgusto habría sido tremendo, en este caso ha sido todo lo contrario.
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